Por un puñado de Taytas


Seis años después del Gran Batacazo del 32, de 2032, una manera disruptiva de retribución económica se ha ido implantando hasta hacerse global y consistente: TAYTA (Tú Aportas, Yo Te Apoyo); el asunto no es nuevo, cualquier actividad individual o colectiva de servicio al resto de la comunidad recibe de esta misma comunidad y de variadas maneras taytas virtuales a la manera de los "me gusta, te sigo", etc. de los primeros años del siglo XXI (el limpiador de silbadores, el reparador de tendones, el personal content manager... todos). Estos taytas, a su vez, sirven de garantía para el disfrute (desde antes incluso del Gran Batacazo el verbo poseer ha entrado en desuso) de bienes y servicios. Un determinado territorio es así económicamente fuerte en referencia al saldo positivo de las transacciones de taytas que reciban sus habitantes de los del resto del globo.

Además, alcanzados una serie de taytas diarios, el afortunado accede a nuevas tarifas planas de, por ejemplo, wearhits (una prenda increíble que cambia de textura, forma y color al gusto o ingenio del usuario y que ni se lava ni se plancha) o impresoras de alimentos, viajes de lujo a las solicitadísimas playas de Siberia, etc.

Curiosamente, esta nueva forma ha regulado la posibilidad de enormes fortunas dado que el tayta es una moneda que aporta directamente la comunidad al individuo (y ésta deja de inflar a aquellos que destacan muy por encima de la media, por envidia, por inteligencia, por autolimitación, quién lo sabe); moneda, además, que no puede ser atesorada (el tayta está operativo para su uso desde el mismo momento de su obtención y hasta 12,5 microtiempos después).

No todo en los taytas es bueno; la codicia no ha desaparecido y aquellos que desean llevar un alto ritmo de disfrute vital se encuentran inmersos en una espiral de actividades comunitarias en búsqueda constante de retribución social, algo que ya ha propiciado los primeros síndromes y bajas; por otro lado, esta economía social, conectada y meritocrática ha provocado también todo un mar de pobreza entre los que no desean contribuir con su quehacer diario al bien de los demás y es lamentable el aspecto que algunas calles céntricas de los túneles residenciales ofrecen a últimas horas del apagado del gran LED, cuando cientos de personas con descoloridas corbatas y viejas camisas de grandes logos en el pecho deambulan en busca de sus antiguos bancos, sus antiguas cuentas repletas, aquellas de cuando el viejo dinero valía mucho aunque no sirviese para generar nada bueno a los demás.

Capítulo 6/7 > Interferencia

El funcionamiento de la máquina había contado desde el principio con la seguridad de que, modificados los eventos adversos previstos, el universo presente no era tocado por aquel nuevo pasado sino que discurrían ambos de manera paralela e independiente aunque, para sorpresa y sospecha de todos, esos dos universos no llegaban a separarse drásticamente y, lo que era peor, grandes y funestos sucesos se produjeron en el pasado aun siendo informado por el futuro, un futuro cuyo gobierno no acababa de explicar del todo como había podido obviar esa información.

Por si esto fuera poco, desde que "el puente" estuvo operativo, se habían sucedido una gran cantidad de incoherencias y vacíos comunicativos.

La máquina no era fiable y, para algunos, no era ética. Hubo incluso quienes pusieron en duda su propia función: los autodenominados "Contraconspiracionales", habitantes en el presente-pasado, sostenían que no existía un futuro comunicador sino un sistema de inteligencia atificial canalizando la angustia de los individuos hacia los deseos del gobierno mundial.

En el presente-futuro, los "excépticos" no entendían el alto coste del funcionamiento de la máquina para su baja eficiencia (para su presente y para un pasado no muy reconciliable ni cercano).

Sólo los "maquinistas" defendieron hasta el final las comunicaciones temporales, alegando los millones de casos en los que su uso había salvado vidas o paliado problemas.

El 31 de agosto de 2065 dejó de estar operativa la máquina, cesando con ello toda comunicación temporal.

Capítulo 5/7 > El puente

Se sospecha que el puente fue escrito aprovechando un error en el desarrollo de la comunicación futuro-pasado; su independencia del consejo regulador fue defendida basándose en la constatación de que el CROF había mentido al negar que la máquina podía utilizarse bidireccionalmente y sin límite de caracteres enviados ni de comunicaciones.

Al principio, "el puente" fue utilizado por los sectores más extremos del arco social mundial. En pocos meses su uso fue global, desplazando al operativo ordinario a tareas organizativas y administrativas.

Sin embargo, el elevado uso y alta densidad de las comunicaciones temporales de "el puente" puso en evidencia una sospecha que afectaba a todo el sistema desde su origen.

Capítulo 4/7 > Pretérito imperfecto

#AS24092016Thomas: Ayer conociste a alguien a quien nunca más vi. Datos
—Mila Sartun. #ZF30122014

#FD02032023Lía: Dónde oculté los códigos smartwriter?
—Patrones en imágenes verano del 2034

#RR06032026Saul: Confírmame que ya opera "el puente".
—Desde ayer. A partir de mañana sólo nos comunicaremos allí

Capítulo 3/7 > Responde el pasado

El 17 de mayo de 2040, Kalif Tunner gana la demanda interpuesta al recién creado Consejo Regulador de Operaciones Futuras por la cual solicitaba poder preguntar al pasado para paliar su patológica imposibilidad de recuerdos a largo plazo; en virtud de aquello, se permitieron las preguntas bidireccionales, reservando una comunicación mensual para cuestiones lanzadas al pasado.

Que la información aportada por el pasado tuviese influencia en el presente propició un incesante debate público y abrió la puerta de nuevas dudas en relación al funcionamiento del envío de mensajes y a su control por parte de el CROF.

Entrevista en la UOC sobre Where is Shakespeare?

esta entrevista se publicó originalmente en el espacio de noticias de la UOC




Entrevista a Juan Miguel Lorite, estudiante del máster SIC: «El texto red es el texto que demanda la sociedad que emerge del paradigma informacional»

28 de abril de 2014
Juan Miguel Lorite, estudiante del máster universitario de Sociedad de la información y del conocimiento y diseñador editorial, es la persona tras Where is Shakespeare?. En esta entrevista nos cuenta de qué trata este proyecto, qué es el texto red y cómo internet está cambiando la cultura literaria.

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Por Joan Pla (foto: Elías Martínez)
¿Podrías explicar brevemente qué es Where is Shakespeare?
La manera más concisa de explicarlo sería decir que Where is Shakespeare? es un viaje hipertextual a través de la red en busca de la vida, obra y misterio de William Shakespeare.
¿Y más extensamente?
De manera más rigurosa, se trata de un modelo de presentación de contenidos que tiene como objetivo facilitar la adquisición de conocimiento y poner a prueba las competencias digitales del lector (o usuario, navegante, jugador…). En este caso, la excusa es un contenido cultural, pero podría ser cualquier otro ya que lo importante de la propuesta es la forma en que se transmite conocimiento: mediante la creación de itinerarios en la red y animado por la superación de retos. Lo hace, además, sin añadir una sola página propia, aprovechando plataformas conocidas y otras no tan conocidas para insertar contenido hipertextual, así como tomando la identidad de perfiles ficticios con los que el internauta interactúa para seguir la trama.
Me parece interesante también señalar que en el sustrato conceptual de Where is Shakespeare? se encuentra el intento de, por un lado, responder a la necesidad de trabajar con un texto entendido ya íntegramente como texto red; por otro, el de explorar territorios narrativos híbridos que vengan a situarse entre el relato y el videojuego; y, por último, el de demostrar que la adquisición de conocimiento resulta más duradera, intensa y divertida si se produce en el marco de un viaje –mejor si es a la deriva– y acompañado del juego.
¿Cómo defines el texto red?
Texto red es la mutación del texto que hemos venido usando hasta hace poco, el texto que demanda la sociedad que emerge del paradigma informacional, la de la información y el conocimiento, y que entiendo como articulado hipertextualmente, ubicuo, en sintonía con la cultura participativa y la autocomunicación de masas y en el cual convergen todos los media.
¿Cuáles son las posibilidades narrativas que ofrece el espacio multimedia e interactivo de internet? ¿Podrías mencionar algunos ejemplos, por favor? 
Las posibilidades son, sin duda, enormes y tentadoras para cualquiera que se dedique a la creación de contenidos. Si nos fijamos, por ejemplo, en el recurso de la interactividad que provee internet, podemos imaginar el extenso campo que se abre recorriendo el eje que va desde la experiencia vicaria que obtiene el lector de un relato hasta la experiencia directa que en el jugador provoca el videojuego; o recorriendo el eje que va desde la enunciación hasta la performance. Nos encontramos entonces con que aparecen fanfictions, twitteratura, blogs ficticios, escrituras colaborativas, wikis, itinerarios de conocimiento como los que propone Where is Shakespeare? o toda una serie de narrativas transmedia que tienen en internet un soporte espectacular que concentra distintos sistemas, lenguajes y medios. Un océano por explorar, con el que experimentar y divertirse.

¿Entonces, crees que el texto red acabará sustituyendo el texto convencional o convivirán los dos?
Creo que vamos tejiendo por medio del texto, nunca mejor dicho, un tapiz de significados, prácticas sociales y tecnologías que conforman nuestro mundo y, en ese proceso, no se trata tanto de desplazar y sustituir como de superponer, embeber, conectar e innovar. Por poner un ejemplo, las posibilidades interactivas que han traído las redes sociales nos han devuelto los recursos de la oralidad, como aquel de adaptar en tiempo real el mensaje a nuestro receptor o la comunicación muchos a muchos y la creación coral... quiero decir que, para bien o para mal, la sociedad desarrollada se encuentra definiendo un texto que no es ni podrá ser el de la cultura del impreso, un texto que ya no puede ser soportado por la bella pero limitada superficie del papel.

Ya llevamos un par de décadas con internet y el libro de papel continúa existiendo y no parece que, a corto plazo, vaya a ser sustituido por el libro electrónico. ¿A qué crees que se debe eso?
Se explica muy bien abriendo el foco del debate: el libro, ese artefacto que ha servido tan perfectamente a la información, al conocimiento y al arte durante siglos, no puede desaparecer; no hay medio más perfecto para leer una obra como El Quijote que el soporte para el que fue creado, preparado para una lectura rítmica y silenciosa, íntima, concentrada y reflexiva; al igual que no hubo mejor vehículo para los poemas de Homero que la voz del aedo. El debate se rompe cuando superamos la dicotomía libro (obra) / eBook o libro (soporte) / eReader y descubrimos que, simplemente, la tradición oral, la comunicación escrita y el libro de la cultura del impreso ya no articulan nuestra sociedad, ya no construyen nuestro mundo. Algunos tomarán esto como el fin de ese mismo mundo; otros verán en ello su salvación. En posiciones intermedias, podemos constatar que, a fecha de hoy, la información analógica almacenada en el globo se estima en torno al 2 % y cae de manera vertiginosa.
¿Cuál ha sido la postura de las editoriales ante internet?
En su mayoría, la de ver en internet un medio para la distribución de sus ejemplares de libros físicos o electrónicos; también la de un canal para la comunicación y promoción de los mismos. Poco a poco, con la llegada de los primeros experimentos transmedia, internet aparece también como un medio que puede articular narraciones y contar historias y, de hecho, hay estudios que reflejan el interés de las editoriales por dar salida a sus contenidos relacionándolos con propuestas digitales, pero existe tanta incertidumbre aún con la viabilidad económica de esas iniciativas que habrá que esperar un poco más aún a que la nueva economía cale en un sector tan poco dado a la innovación como el editorial. Grandes grupos multimedia y pequeñas editoriales independientes irán marcando el camino.
¿Podrías explicar un poco a qué te refieres con «la adquisición de conocimiento por medio del juego y el viaje»?
Lo intentaré: hay un aprendizaje, el del conocimiento tácito, que se adquiere fuera de las instituciones académicas, en el transcurso de las experiencias vitales de cada uno y que no es premeditado sino informal e inesperado, obtenido entre pares y que no responde a propósitos prediseñados. Ese tipo de aprendizaje se intensifica en el recorrido de un viaje por los propios retos y vicisitudes que el mismo concentra en un determinado periodo de tiempo, intensificándose más aún si el destino es incierto y no llevamos cartas de navegación. Where is Shakespeare? propone un escenario similar al de un viaje en la red, de hecho, todo comienza en un mapa y se sirve del planteamiento de retos para hacer avanzar al internauta de uno a otro nodo del itinerario que, a priori, es tan desconocido para él como los conocimientos que le irán saliendo al paso.
¿No se corre el riesgo de banalizar la cultura si mezclamos juego con literatura?
Creo que el juego, o los recursos, dinámicas y sistemas de los juegos, lo que conocemos por gamification, va a ser en breve el gran catalizador del comercio, la productividad y la educación; será cuestión de tiempo e imaginación que lo sean también del arte y la literatura, pero no para banalizarla, sino como en aquellos otros ámbitos, para aportar soluciones. Por otra parte, tanto uno como otro proponen vivencias narrativas y, como comentábamos antes con relación a las posibilidades de internet, podemos encontrar propuestas híbridas, a medio camino del juego y el relato literario que, seguramente, ya no sean ni una cosa ni otra pero que seguirán ofreciendo experiencias plenas de significados.
Una última pregunta: ¿por qué decidiste estudiar el máster SIC en la UOC? 
Porque siempre me ha atraído la parte explícita del conocimiento, aquella que responde al saber-qué y al saber-por-qué. Tanto el contenido del máster como la dinámica de aprendizaje de la universidad, que conocí por la licenciatura de Humanidades, se adaptan de la mejor manera, tanto a mis intereses de desarrollo profesional como a los condicionantes personales de alguien con familia, trabajo e inquietudes. La UOC me permite una variedad de conexiones con disciplinas y saberes que, de otra manera, me sería muy difícil satisfacer.

Capítulo 2/7 > La máquina

La máquina estuvo operativa desde el 3 de octubre de 2036. El Consejo de Comunicaciones Temporales (CCT) fijó en cerca de seis años el momento en que podría ser más eficaz la información futura; problemas con la resolución ética final en el congreso alargaron el lanzamiento del primer mensaje hasta el 3 de octubre de 2043, fijando por tanto en siete años el espacio temporal del origen del mensaje de respuesta.

Los primeros años, sólo organizaciones como la OMS y la OMD accedían al servicio; poco a poco, primero a través de grandes sumas de dinero y, posteriormente, gracias a la declaración universal del derecho al conocimiento futuro, todos los ciudadanos registrados en el censo de la OMD, practicamente la totalidad de la población en la tierra, tuvieron acceso a una brevísima comunicación semanal con su yo futuro.

Capítulo 1/7 > De siete años acá

Jane#ZX13072013 ¿Hola Jane, todo bien?
-Mi amor, todo bien. No temas, todo saldrá bien

-Claudio#AV23112009 ¿Contestaron con el análisis?
-Positivo. Acude urgente. Yo empiezo tarde. Ánimo

-Mario#YG09062021 Me importan ellos
-Crecen como leones, ejercita mis rodillas

-Julia#TT24092017 Dime si seguimos en esta mierda
-Espera un poco, no será igual, créeme

-Arthur#EF17032008 ¿Sigo con ella?
-No soy Arthur, por favor, clausura total 15/08/2056

-Sara#FR30042019 ¿La inversión?
-Todo cambió, pero vino bien, sigue sin miedo

El ritmo robado, un nuevo caso en Where's Shakespeare?


"Septiembre, ya casi todos trabajando... los malvados también han vuelto; y, entre ellos, Pier Olvidalotodo que ha vuelto a hacer de las suyas: esta vez, robando un ritmo centenario, un bello e importante ritmo que podría desaparecer completamente de la memoria.

La buena noticia es que nosotros podemos evitarlo: Enríquez Calahórrez, nuestro afamado agente en la sombra, nos ha facilitado una pista del paradero de los secuaces del ladrón. ¡Dios mío! ¿Aún quedan pubs donde regalan cajas de cerillas? En fin, el caso es que si nos ayudas a encontrar el nombre de ese pub (a seguro, un lúgubre local de los bajos fondos del más pútrido barrio de una ciudad infecta) los cogeremos y podremos dar un gran paso para liberar al ritmo de las manos de Pier Olvidalotodo.

En la noche del próximo domingo 14 de septiembre, en esta misma página de "Where's Shakespeare?", abriremos oficialmente el caso y seguiremos encontrando pistas hasta la noche del viernes en la que, por fin, intentaremos cercar al terrible ladrón y liberar el ritmo robado; por supuesto, con la ayuda de vuestra inteligencia e intuición. Si te apetece, visítanos en cualquier momento que quieras durante los días de la próxima semana (solo, o con ella o con él, con amigos, conocidos, vecinos...) y pasa un buen rato resolviendo, comentando, jugando y aprendiendo. ¡El reto te llama!"

La obra de arte como objeto diseñado

Artículo aparecido originalmente en Foroalfa


Más allá de las formas, estructuras, fines y preguntas a las que la obra de arte y el objeto diseñado responden y presentan, se encuentra la participación de un mismo aliento: el proceso de creación, desarrollo y producción que hemos convenido en llamar diseño.



Las convenciones, aunque desestimadas por su ligazón con lo normativo, con lo que aprisiona a veces la creatividad, con lo llamado a ser superado, se nos hacen sin embargo necesarias si queremos abordar el terreno de lo conceptual; sería infructuoso discurrir a través del arte y del diseño sin fijar un marco desde el cual comparar, proponer o experimentar. De ahí que convenir en aceptar una definición para ambos conceptos será nuestro primer escalón.
Arte: "El arte es una actividad humana consciente capaz de reproducir cosas, construir formas o expresar una experiencia, si el producto de esta reproducción, construcción, o expresión puede deleitar, emocionar o producir un choque", escribe de manera limpia y perfecta el esteta Tatarkiewicz.
Diseño: Aquel proceso de creación, desarrollo y producción de un objeto que intenta dar respuesta a una necesidad y que lo hace en el contexto de una compleja amalgama de condicionamientos técnicos, sociales y políticos; de características históricas y psicológicas.
Con esto ya tenemos una referencia desde la que apoyarnos. La decisión de tomar éstas y no otras definiciones descarta planteamientos diferentes, quizás tan o más interesantes, pero hay que decantarse por un sendero si se quiere llegar a un destino (equivocado o no, siempre será un destino, contrario a un vagabundeo conceptual, circular).

El problema de los tres cajones

Dado este planteamiento, lo común es construir entonces el cajón “arte” y el cajón “diseño”, desparramar por la moqueta todos los objetos creados conscientemente por el hombre a través de su historia e ir clasificando: bodegón metafísico de Morandi, está claro, al arte; máquina de escribir Olivetti, diseño; Peine del viento, Chillida, otro para el cajón de arte; tipografía Futura, Paul Renner, diseño;… y así hasta clasificar todo o casi todo lo creado. Surgirían dudas con respecto a ciertas obras encontradas en el arte (la escultura románica, ¿arte o un sistema altamente normalizado de comunicación visual de divulgación religiosa?); con obras de diseño (los títulos de crédito de Saul Bass ¿no podrían exponerse en el MoMA?). Se intentaría, por fin, encajar alguno de los cajones en el otro y, seguramente, estos cederían para desparramar su contenido otra vez por la sufrida moqueta. Tarde o temprano alguien nos regañaría por el desorden.
El problema reside en que no podemos disponer esos dos contenedores de tal manera que todo quede clasificado y en su sitio. Junto al contenedor de arte, es decir, de aquellos objetos construidos, aquellas formas reproducidas o experiencias expresadas conscientemente para deleitarnos, emocionarnos o conmocionarnos sólo podemos colocar el cajón de aquellos objetos, formas o expresiones que no fueron creados para ese fin o únicamente para ese fin. Allí estarían los creados con el fin de vestirnos, de sujetarnos, de ayudarnos a comer, de superar enfermedades y deficiencias físicas, pensados para otorgarme identidad de grupo, para informarme, para dormir y descansar, para transportarme, para amar, para matar… en sí ya es paradójico (y muy occidental) tener separados en distintas categorías fines que se encuentran real y profundamente integrados, indivisibles en nuestra experiencia de vida cotidiana.
Pero entonces, ¿dónde está el cajón preparado para el diseño? Otras preguntas nos darán la clave: qué procesos se desarrollan desde que el artista concibe mentalmente su obra hasta que es materializada, cuáles son las diferencias proyectuales que hacen que el proceso de análisis, creación y producción de un moderno secador de pelo sea distinto al de una obra de arte (una instalación de arte electrónico, una escultura, una pintura, una performance, etc.).

Desenlace y conclusión

Es fácil entender el porqué del anfibio que resulta ser aquel que reside y trabaja en el campo de la ideación y la creatividad; sus recursos de anticipación, intuición y análisis de la realidad podrían ponerse al servicio de cualquier instrumental y cualquier función. Un modelo de objeto industrial, un texto literario, esta nueva receta que hoy cocino, el mural que preside el museo, realizados con distintas herramientas, con distintos condicionantes y recursos (pigmentos, pimienta, letras, información) y respondiendo a distintas necesidades pero participando todos ellos de un mismo aliento: el proceso de creación, desarrollo y producción que hemos convenido en llamar Diseño.
Solución al problema de los cajones: el cajón dedicado al diseño es la habitación enmoquetada en la que se encontraba el cajón que albergaba el arte; esto es, la obra de arte como objeto diseñado.

La imagen existe antes que el objeto


Israelis gathered on a hilltop outside the town of Sderot on Monday to watch the bombardment of Gaza.CreditAndrew Burton/Getty Images
Fuente: The New York Times

Un grupo de personas sentadas sobre una colina asiste al bombardeo de una ciudad vecina. Sé que la imagen propicia un profundo comentario en relación al porqué de la naturalización de la violencia en los pueblos y las implicaciones morales que subyacen en ella pero, para eso, tendría que estar bien informado de los entresijos del conflicto en toda su dimensión y no lo estoy; cualquier intento resultaría superficial e irresponsable.

Traigo aquí esta fotografía y la realidad a la que apunta por que, en 2010, escribí un breve texto en torno a otra imagen, formada en mi cabeza y que, hoy descubro, era ya por aquel entonces la que esta mañana publica el New York Times.

«Atravesé la ciudad bajo el fuego selectivo enemigo. La probabilidad de ser alcanzado por error era tan escasa que hubo quien incluso osó merendar frente a los objetivos señalados, observando como espectáculo su demolición calculada».

Juan Miguel Lorite Fonta
"Breves notas de un eternidad descubierta"
ISBN 978 84 614 3487 9
Descargable en versión PDF y ePub  

Texto Red

www.dailytravelphotos.com - Daily Travel Photos
(Tirunelveli, Tamil Nadu, India)

Artículo aparecido originalmente en Foroalfa

De la revolución que supone el paradigma tecnológico informacional emerge una sociedad estructurada ya por un nuevo modelo de texto: el texto red.

«Conque allí hilaba su gran telar durante el día
y por la noche lo destejía,
tras colocar antorchas a su lado».
Homero
Treinta siglos después de la primera transcripción escrita del relato homérico, los hombres, al igual que Penélope, seguimos tejiendo y destejiendo una malla de comunicación y conocimiento formada con la urdimbre de los sonidos, las imágenes y el alfabeto. Este tejido resultante es el que hemos ido definiendo como «texto». Protagonista de culturas milenarias —la oral, la escrita y la impresa—, hoy el texto adquiere, con la emergencia del informacionalismo, la cultura digital y la sociedad red, nuevos usos, retos y apariencias que conectan de nuevo con los primeros significados de la palabra latina que le dio origen: texere, tejer, trenzar, entrelazar.

Un debate desenfocado

No estaban debatiendo el futuro de los aedos1 aquellos primeros comerciantes que comenzaban a registrar sus transacciones mediante incisiones en tablas de arcilla; tampoco se mantenían acaloradas discusiones sobre el desplazamiento de la tradición oral en aquel momento en que unas emergentes civilizaciones fijaban sus leyes sobre piedra, o en esos otros cuando las religiones distribuían con éxito su doctrina a través del recién creado códice. Simplemente, se gestaba una sociedad que, poco a poco, iría dejando de ser estructurada por la tecnología, dispositivos y soportes del modelo anterior y empezaría a implementar un nuevo texto, apoyado entonces en la tecnología de la escritura, un texto que daría forma al mundo que hemos conocido hasta hace muy poco.
Tres milenios después, sin embargo, existe un debate mediático —e interesado— enfocado a discernir si seguir leyendo «Rayuela» en el libro impreso o hacerlo en un dispositivo electrónico, cuando en realidad podríamos situarnos lejos de la polémica que enfrenta a los soportes digital e impreso, y centrarnos en que los nativos de esta sociedad red (o sociedad informacional o como quiera que llamemos a la sociedad que emerge del paradigma tecnológico de la microelectrónica) están demandando y creando un texto ubicuo, interactivo, social, colaborativo, maleable, plegable, multimedia, simultáneo... o, dicho de otra manera, desarrollado mediante y para la articulación hipertextual, la convergencia mediática y la cultura participativa; un texto que, lógicamente, ya no es soportado por el papel y que busca caminos de puesta en escena que rompan con la convención de la página impresa para adecuarse al marco de la sociedad que va a codificarlo.

Tejer: articulación hipertextual

Algo que marcará todos los ámbitos del texto red es que su condición informacional le otorga la propiedad de poder ser un texto «extendido», en relación con otros textos, de ser un hipertexto. En nuestra metáfora del tejido, el hipertexto sería el resultado de hilvanar fragmentos de distintos planos, distintas fuentes y autores, motivaciones y formatos, en una suerte de malla global y expansiva.
Del hipertexto resulta modificada la actividad lectora, convertida en navegación por ese escenario de sistemas, soportes y contenidos interrelacionados. Estas implicaciones nos son de sobra conocidas en los textos informativos y de referencia, pero queda mucho campo para la creación en la narrativa digital, la literatura y la lectura de entretenimiento: caminos de autoría compartida, de historias que se desarrollan según la interacción del lector-autor, narraciones autogeneradoras de contenido, lecturas convertidas en intervenciones colectivas. En palabras de Xavier Berenguer: 
«Se trata de una renovación de estructura, mucho más que de procedimiento, en la cual se cimiente el discurso multilineal, en lugar de secuencial, y las historias no tengan necesariamente ni principio ni fin, lo que supone narrar entornos, antes que historias, y pautas de comportamientos, antes que conductas concretas».
Roland Barthes habla, en el mismo sentido, de un esparcimiento del texto en lugar del carácter estructurado y cerrado del texto impreso convencional. Allí donde el papel ponía límites, el campo abierto a los acontecimientos que propone la red coloca al lector-usuario como coautor, actor e, incluso, protagonista de la narración.

Trenzar: convergencia mediática

Ese tapiz de sensaciones multimedia está compuesto de imágenes, letras y sonidos; elementos que se expresan de igual forma en el código binario digital, sustrato del nuevo texto. Como consecuencia de ello, ya no hay razón para que la imagen (aquello a lo que nuestro cerebro dedica más recursos asociados a su percepción) esté supeditada al alfabeto: si el texto impreso reproducía la secuencialidad del lenguaje hablado, la imagen ofrece la globalidad que los nuevos dispositivos electrónicos demandan.
De la convergencia de distintos elementos multimedia surge la integración mediática del nuevo texto que va a poder reunir y expresarse a través de todos aquellos medios de comunicación que basan su definición en el uso de uno u otro lenguaje comunicativo (la televisión, el cine, el video-juego, la prensa, etc.).

Entrelazar: cultura participativa

El texto red está llamado a ser de nuevo compartido en la amplificada ubi­cuidad y simultaneidad de las redes sociales, complementando al enunciado las impresiones, comen­tarios, reseñas y colaboraciones de sus lectores-creadores. Todos los implicados en ese texto digital comunican, enriquecen, comentan y añaden, complementan y mejoran la información. El texto red escucha e interactúa; ya no es una incisión fijada en la piedra ni una impresión en la página. La renovación, actualización, discusión y colaboración de los lectores lo conformarán, convertido en vehículo de interacción entre aquellos que acudan a él en busca de información, conocimiento y comunicación.
Todo ello plantea nuevas cuestiones relacionadas con la autoría global de los contenidos, comprometiendo disciplinas, roles y agentes del texto hasta ahora más o menos delimitados y señalando un camino de trabajo compartido y colaborativo; formas nuevas de producir un texto cambiante, interactivo y multimedia y donde autor, lectura y estructura se redefinen. Como podemos imaginar, en este escenario la tarea del editor como guía de viaje será vital, cada vez que las funciones de lector y autor se hallen entrecruzadas o difuminadas por el carácter interactivo, no lineal y estructurado en red del texto.

Texto red

Ya no hay duda que la red tendrá mayor impacto que el que tuvo la imprenta: nuevos ritos de escritura y de lectura aparecerán en escena y ante ellos, la sociedad actual —no solo la industria cultural— se encuentra con un enorme océano de posibilidades. Es, en fin, una tarea excitante para todos pues marcará la forma de entender y trasmitir el conocimiento y construirá el mundo que vamos a conocer de aquí a un futuro. Toda un aventura.





  1. Poeta. En la Antigua Grecia, era un artista que cantaba epopeyas acompañándose de un instrumento musical, el phorminx.
Bibliografía:
  • Berenguer, X. (2004). Literatura interactiva.Barcelona: Temes de Disseny.
  • Castells, M. (2006). La sociedad Red: una visión global. Madrid: Alianza Editorial.
  • Swinburn, D. (2008). Entrevista a Roger Chartier (05/10/2008). Chile: Mercurio.
  • Dans, E. (2010). La lectura de libros se hace social. El blog de Enrique Dans.
  • Homero (2002). Odisea. Introducción de Manuel Fernández-Galiano, traducción de José Manuel Pabón. Madrid: Editorial Gredos.
  • Lorite, J. M. (2008). Historia de la lectura. Revista Pharm, II, 5, 45-47.
  • Lorite, J. M. (2010). Tradición Oral y Cultura Digital. Foroalfa.
  • Lorite, J. M. (2011). Presentación de la ficción hipertextual "Tesoro olvidado al viento" en el marco del Festival Ñ. Círculo de Bellas Artes.
  • Ministerio de Cultura de España (2010). El libro electrónico, Abril 2010. Primer informe del Observatorio de la Lectura y el Libro
  • Nistal, A. (2009). Del pergamino al bit. La influencia del soporte en el contenido. ARBOR CLXXXV, 737, 531-539.
  • Orihuela, J.L. (1999). "El narrador en ficción interactiva. El jardinero en su laberinto".
  • Rico, F. (2009). La lectura en la sociedad de la Información. Fragmentos y vínculos. Semana Monográfica de la Educación. 
  • Rodríguez de las Heras, A. (2006). ¿Qué es un texto?  Madrid: Círculo de Bellas Artes, pp. 87-100.
  • Tubella Casadevall, I. y Alberich Pascual, J. (20190). Los media en la sociedad de la información. Materiales formativos de la UOC. Máster Sociedad de la Información y el Conocimiento.

Tradición oral y cultura digital

Artículo aparecido originalmente en Foroalfa


La tradición oral se encuentra muy cerca de las premisas tecnológicas que animan el futuro del texto y lectura digitales, cambios que podrían hacer ver a la cultura impresa como un eficaz y bello paréntesis y no como el dogma por el que el texto o incluso la obra literaria deben expresarse para ser definidos como tales.
¿Por qué? Porque vivimos justo en los tiempos prometéicos en los que texto y cultura digital andan configurándose, fundiéndose y reorganizándose… este artículo es un motivo más para la reflexión de nuestro más cercano e incierto futuro.
A raíz de distintas consideraciones (considerar, es decir, observar las estrellas) sobre si el libro, ese artefacto constituido por decenas de páginas cosidas o pegadas a un lomo y protegidas por una cubierta, desaparecería o no en un futuro cercano desplazado por las tecnologías emergentes, mi amiga Marian especulaba sobre lo que la obra literaria podría llegar a significar en la cultura digital, desvirtuada en un texto blando, plegado e interactivo:
«cómo desencuadernar y garabatear la totémica plenitud de una obra como El Quijote... la misma esencia de la obra literaria escrita se opondría así a la volatilidad interactiva de la futura obra digital, de autoría múltiple, actualizable, modificable y glosable».
Para ser conscientes de lo que cada uno de los soportes de confinamiento y transmisión de nuestra memoria aporta y limita, debemos tener en cuenta al que antecedió al libro: nuestra propia memoria física, trasmitida y almacenada en la práctica de la tradición oral, que acabaría depositada más tarde con el desarrollo de la escritura en tablillas, pizarras y rollos de papiro.

La aparición de un nuevo invento: el libro

El libro desplazó al rollo y contribuyó a la paulatina marginación de la tradición oral. Frente a ella, el códice ofrecía una mayor densidad de información además de poseer la propiedad de mantener inalterable el contenido de lo escrito; esta última característica más la unión del concepto de obra a su propio soporte (un libro es el artefacto escrito para ser leído y es la propia obra en él contenida) es lo que Marian sospecha se rompería en el texto digital.
Pero la información contenida en el códice tuvo que pagar un precio por esas innegables mejoras: por un lado, perdía la capacidad de abstracción que practicaba la tradición oral; con los recursos que nuestra psique le aportaba, no era necesario recordar cada uno de los detalles de la narración para que esta pudiera ser de nuevo reproducida; bastaba con haber entendido el hilo argumental y el concepto del asunto para volver a describir, por ejemplo, la narración mitológica, o un chiste...
Nombres, lugares, incluso el idioma o las anécdotas podían cambiar con el paso del tiempo o con el discurrir geográfico si así lo requería el mensaje en pos de su mejor entendimiento. Y esto precisamente se perdía también con el libro, la maleabilidad de una información que adaptaba su mensaje a la situación del que escuchaba o dialogaba, de sus expectativas, formación, idioma y experiencias.
La última moneda que pagó la información, al ser fijada sobre el pergamino o el papel, fue la de su capacidad infinita de pliegue. El narrador, al transmitir oralmente su información, podía decidir insertar según qué explicaciones, omitir otras, hacer más extenso un suceso con todo tipo de detalles y nuevas noticias o reservarse aquellos datos que estima no son necesarios en ese momento. Es cierto, con la escritura depositada en el libro nace un concepto de obra plena, redonda, fijada en el tiempo y las formas (por más que revisiones, traducciones o adaptaciones vayan poco a poco transformándola). Pero esto no significa que no pueda existir esa otra obra maleable, que deja parte de su valor en manos del «lector», convertido también en «autor» de la misma.

El escenario digital

Estos peajes que la obra pagó para fijarse al papel: abstracción, maleabilidad y pliegue, los vuelve a recuperar el texto en el escenario digital, añadiendo otros recursos y alguna problemática.
Como nuestra memoria, la información contenida en el medio digital no se encuentra confinada en un único almacén ni en un único lugar; el texto que podremos explorar nacerá de la unión sin solución de continuidad de fragmentos recogidos de distintas fuentes y proveedores a través de cualquiera de los nodos que tejen la red global. Y al igual que la narración en la tradición oral, la información podrá verse modificada según el contexto de lectura o consulta, según el filtro que la haya hecho aparecer... y será plegable: un mismo texto podrá irse desdoblando dejando ver u ocultando información complementaria, videos, gráficas, locuciones y música, definiciones, indexaciones, resúmenes y comentarios.
A estas características de la tradición oral, la cultura digital añade la de una densidad de información casi infinita y en constante crecimiento por el progreso tecnológico, progreso que obliga sin embargo a que esta información sea traspasada cada vez que las aplicaciones con las que fueron realizadas quedan obsoletas y que plantea uno de los mayores problemas en cuanto a su conservación (¿tienen algún archivo de Word Perfect, Qbasic o Page Maker que puedan aún abrir sin problemas?).
El último regalo de la cultura digital frente a la escrita es su capacidad de comunicación multilateral: el autor, los coautores, los lectores, todos los implicados en fin en ese texto digital se comunican, enriquecen, comentan y añaden, complementan y mejoran la información... también hay más ruido, pero no todo es perfecto.

Conclusión

Sí, no tengo dudas de que llegaremos a ver al libro de «El Quijote» como uno de los mejores exponentes de lo que significó el concepto de obra en la cultura impresa, ese paréntesis que alcanzó su madurez  superponiéndose a la tradición oral y que cayó en desuso cuando el texto informativo y literario no pudieron ser ya sustentados por el espacio tan bello como limitado del papel.

Hormigas


En ese pequeño apartamento vivían cuatro hermanos y cerca de diez mil hormigas; y creciendo. El problema había llegado a tal dimensión que, una noche de viernes, frente a los restos de pizza y patatas fritas de la cena que los insectos empezaban ya a catar decidieron tomar una decisión. 

Luis proponía utilizar una mezcla de polvos de talco y vinagre para matarlas.

Pablo mantenía que eso no mataba a las larvas y que lo mejor era reunir entre todos la cantidad de dinero suficiente para contratar el servicio profesional de un exterminador de plagas.

Carmen no podía contribuir con tal cantidad de dinero ni veía eficaz el remedio casero con lo que su opción era comprar los kits antihormigas de las droguerías y probar.

Enrique declaró que estaba tan harto del tema de las hormigas que comunicó su intención de cambiarse de apartamento, aunque todos sabían que su posición económica lo impedía; además, no creía en ninguna de las soluciones de sus hermanos: sospechaba que Pablo en realidad buscaba la comisión del profesional y ofrecer, si esto llegaba a éxito, los mismos servicios a la comunidad y cobrar también por ello; intuía que Carmen no llegaría a pagar ni los kits de la droguería y él se vería en la tesitura de poner algo más de lo convenido. Finalmente, mantenía con Luis tal grado de rivalidad que no le habría seguido, hubiera dicho éste lo que hubiera dicho.


¿Te identificas con alguno de los hermanos?



Ahora cambia hormigas por los problemas que más acucian nuestra sociedad. Sustituye la cena por esta convocatoria de elecciones europeas y piensa en Luis como un activista vecinal que no va a votar, en Pablo como un votante de fuerzas mayoritarias y en Carmen como una comprometida militante y decidida a votar a fuerzas minoritarias. Enrique no vota ni trabaja por cambiar su entorno.

Sí, puedes entender que te he metido en una trampa, pero tú decides si seguir con el juego o no. Si lo sigues, intenta contestar:

 ¿Cuál de los hermanos comparte tu posición frente a estas elecciones? 

Si lo hay, ¿coincide con aquel con el que te identificaste al principio?

¿Se te ocurren otras posiciones, otros personajes?



Where is Shakespeare?



"Where is Shakespeare?", iniciativa planteada como una sucesión de itinerarios hipertextuales para la adquisición de conocimiento, ha sido seleccionada por la Universidad Rey Juan Carlos para su Vivero de la Imaginación y se presentó el pasado 1 de abril en Ecocreativa Emprende 2014 en el marco de su Máster en Economía Creativa.

Las premisas del proyecto son:
  • entender que el texto convencional ha dado ya paso al texto Red (articulado hipertextualmente, conectado con la cultura participativa, ubicuo y en el cual convergen ya todos los medios),
  • la búsqueda de territorios narrativos híbridos 
  • y que la adquisición de conocimientos puede realizarse a través de una deriva mínimamente dirigida y articulada a través del juego y la superación de retos.

Uno de los itinerarios, el primer y más corto de los que componen este viaje experimental, puede seguirse en grupo a través del beta en linkedin, o desde facebook. Pero también puedes iniciarlo sin pensar en compartirlo con nadie y, entonces, te bastará saber que, como todo viaje, empieza en un mapa y que ahorrarás mucho tiempo si conoces el día de la semana en que murió el dramaturgo.

Si lo iniciáis, espero que os resulte un viaje agradable y enriquecedor.

Otros enlaces:

En la entrevista publicada en la UOC sobre el tema se muestran de manera más clara las claves que animan el proyecto.

En el canal de Slideshare de Ecocreativa Emprende + Vivero de la Imaginación aparecen los materiales gráficos utilizados en la presentación

www.whereisshakespeare.org
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