Un mundo con hijas II


Lo pensaba hace un tiempo: la eternidad fue aquel partido de fútbol sin marcador, sin líneas marcadas, de cuando niños; en el parque de una tarde de agosto.

Ahora que vuelvo a esos escenarios acompañando el juego de mis pequeñas, percibo de nuevo esa sensación del tiempo detenido, medido tan solo por los espacios existentes entre turnos de columpio, mecido por el continuo burbujeo de risas y gritos infantiles.

Con un decorado de bicis, balones y patines de fondo, María recita la tabla del seis con la misma cadencia mnemotécnica que yo utilizara hace ahora más de 30 años. Escucho y disfruto de su voz y la suave temperatura mientras me pregunto si a la futura supernova Eta Carinae le importará mucho la tabla de multiplicar, o si nuestra corteza terrestre se estremecerá en parte por todos esos hoyuelos que los niños abren y cierran con sus palas de plástico verde transparente.

El parque, a veces, me parece el centro mismo del universo.

1 comentario:

edu dijo...

Francamente Juanmi...¡¡eres la caña!! Bien.

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