Destellos en una mañana de sábado


A la vista de los últimos acontecimientos, recuerdo con verdadero placer las maneras con las que el pueblo aldumano expresaba sus alabanzas o críticas a las acciones o pensamientos de sus conciudadanos, especialmente, de aquellos con una cierta significación pública.

Durante el periodo que transcurría entre las fiestas votivas de cada uno de los doce dioses del templo, los "hermanos lectores", administradores y salvaguardas de la vida religiosa, recibían de los ciudadanos cientos de misivas. Visperas de los ritos, las misivas eran leídas en un acto público frente a los edificios dedicados al mercado: aquellos personajes públicos que eran objeto de las misivas escuchaban en pie, atentos, sopesando el peso que lo escrito provocaba en el resto de ciudadanos que obervaban el acto, asintiendo o disintiendo de lo leído:

"Un beso encarnado para Layo Celsus por su defensa de la compuerta Glatia de Barranco"

"Un suave roce en la mejilla a Lidius por su poesía del Mar Abierto"

"Un ladrido de lobo en el bosque a media noche para la administración que Aurelio ha hecho de la fortuna de su tío Lemos"

Y así, las vísperas se pasaban entre la lectura de misivas y los comentarios que, unos y otros, vertían ante la mirada atenta de las distintas personalidades...

Noticias de Millet (II)


Gracias a Dios, es decir, gracias al adjunto Grusillos, toda la zona de Banheir en Manchuria pudo ser evacuada unas horas antes de que el terremoto 5 en la escala de Richer se tragara literalmente la localidad.

Mientras todo el equipo andaba aún felicitándose por lo que creíamos un anuncio del Millet futuro sobre la final de la Champions entre el Manchester y el Barcelona, el adjunto Grusillos, a la postre del Deportivo, no paraba de sospechar que el mensaje ocultaba una información vital para la humanidad; por más que gran parte de esa humanidad entendiera que no había cosa más importante en esas horas siguientes que ver el partido.

Los colaboradores del laboratorio, animados por el comentario en el blog, no habían hecho más que colocar su beca mensual en las casas de apuestas online, cuando Grusillos gritó horrorizado:

–¡Seísmo! La "S" es "seísmo" y no "soccer". "5R" tiene que a la fuerza señalar un 5 en la escala Richer y no 5 goles en Roma; debemos encontrar una región que corresponda con el resto de letras... ni Manchester ni Barcelona, no hay tiempo que perder. 4 SMaBa5R había pasado de significarnos "soccer:5 goles marcados en Roma por el Barça al Manchester" a "seísmo: 5 en la escala Richer en la región de Ma... en la localidad de Ba..."

La Comisión Permanente de la Organización Mundial para la Prevención de Sucesos Adversos a la Humanidad señaló seis posibles localizaciones con esos datos, con tal suerte que una de ellas, la localidad de Banheir, en Manchuria, pudo ser por fin salvada de graves pérdidas humanas. La misma Comisión señaló a Grusillos como jefe adjunto a la Sala Hiperdocumental y echó sin miramientos a los becarios apostadores.

Todavía con la resaca de los acontecimientos, el pitido final del fabuloso partido de la Champions ha coincidido con el del generador central: Millet envía nueva información [el mensaje aparece en la pantalla de la imagen].

Por suerte, los becarios ganaron la apuesta...

Un nuevo icologo que sabe darle a la pelota



Buscando un nuevo logo para nuestra peña de quinielas, me encontré con este personaje al unir y girar los tres signos habituales en este tipo de loterías (el uno, la equis y el dos). Así quieto, parece una kanji Hiragana pero si le veis en movimiento se transforma en un tipo muy habilidoso con la pelota... sueño con que, además, alguien encuentre y me comunique que hay un ideograma japonés que se le asemeja formalmente y cuyo significado sea algo parecido a... fútbol, juego, hombre con pelota...

Un decálogo biomimético... para comenzar

collage JM Lorite

Me ha parecido interesantísimo el artículo "Biomímesis: respuestas a algunas objeciones" de Jorge Riechmann, poeta, traductor literario, ensayista y profesor titular de filosofía moral en la Universidad de Barcelona y que actualmente trabaja como investigador sobre cuestiones ecológico-sociales en el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) de Comisiones Obreras.

Me ha servido de introducción cabal, breve y rigurosa al concepto de la biomímesis, algo que, si tenéis oportunidad de leer el artículo, entenderéis como crucial en estos tiempo de búsqueda de alternativas ante un modelo de producción, consumo y relación con el medio ambiente que se agota.

Como muestra, os ofrezco el decálogo de la investigadora Janine M. Benyus, citado en el artículo, y que desglosa algunas de las propiedades de los sistemas naturales que podrían darnos pistas para encontrar esos nuevos caminos. Estoy seguro que os identificaréis con cada uno de los puntos y que os parecerá increíble que no andemos ya trabajando por asimilar las maneras de algo que lleva funcionando más de 4ooo millones de años, tras repetidos ensayos de prueba y error.

Me he permitido cambiar las formas verbales del decálogo para sugerir una acción futura por nuestra parte más que resaltar propiedades de los sistemas naturales.

  1. Funcionar a partir de la luz solar (es decir, la energía del sol, del viento y de las mareas).

  2. Usar solamente la energía imprescindible.

  3. Adecuar forma y función (justo lo necesario para que funcione).

  4. Reciclar todo (convirtiendo los desechos de un proceso en la materia prima del siguiente; un ciclo cerrado).

  5. Recompensar la cooperación.

  6. Acumular diversidad.

  7. Contrarrestar los excesos desde el interior.

  8. Utilizar la fuerza de los límites.

  9. Aprender del contexto.

  10. Cuidar de las generaciones futuras.

El artículo se halla en la aconsejable web de la asociación independiente CIMA (Científicos por el Medio Ambiente).

Noticias de Millet (I)


Dos son los hitos que han logrado hacernos llegar a la situación actual: primero y fundamental, el éxito del proyecto del profesor Millet, que ha resuelto el problema del transporte de información en el tiempo con la ayuda de los rayos gamma y un deformador del espacio-tiempo basado en las propiedades de alteración gravitacional de la luz; y segundo, la constatación de que, como venía anunciando tiempo atrás la vanguardia de la física teórica en relación a la paradoja del abuelo, quedaría teóricamente comprobada la existencia de universos alternativos y paralelos en los que todas las posibilidades podían estar ocurriendo. La periódica llegada de información desde el futuro, con la consiguiente transformación del presente, no alteraba ese mañana desde el cual se emitían los mensajes.

Este futuro que ha venido a colarse en nuestro escenario presente no se trata de un futuro lejano: se encuentra aproximadamente a una semana de distancia de nuestro hoy, semana necesaria para elaborar la materia y antimateria que eclosionan produciendo los rayos gamma, única energía capaz de ser transportada en el tiempo bajo las condiciones del laboratorio.

El proyecto, hay que decirlo, se debe a ciertas restricciones insalvables de la física: como la imposibilidad de enviar materia, tan sólo energía codificable en unos pocos caracteres de información (ocho para ser más exactos); y la lógica e infranqueable limitación de no poder enviar información a momentos anteriores a la construcción de la propia máquina deformadora del espacio-tiempo.

Además, tiene que lidiar con las condiciones que la Organización Mundial para la Prevención de Sucesos Adversos a la Humanidad ha venido dictando al amparo unánime de los dirigentes políticos, que no de los científicos. Así, el primer y gran problema semanal es (será) llegar a un consenso general sobre qué tipo de información puede en cada ocasión mandar Millet a su Millet pasado.

Tras las primeras informaciones, balbuceos inconexos de letras y números dedicados al desarrollo del propio deformador espacio-temporal y a la comprobación de la eficacia del canal, la primera y maravillosa comunicación de energía venida desde la distancia temporal de una semana ha llegado por fin a los monitores del laboratorio; una vez descodificada, reza así:


Donde 4 es el número de orden del mensaje; sobre el resto, y teniendo en cuenta que Millet y sus colaboradores intentan comprimir una importantísima información en un mínimo número de caracteres, estamos aún especulando sobre su significado...

El módulo urbanístico de Rebéitez


Las conclusiones oficiales halladas en esos días no hicieron más que confirmar lo que, de una manera u otra, ya todos habían ido comprobando a lo largo de años de viajes y noticias entre los distintos módulos.

Cuando en 2074, Patricio Reyes, gobernador de la región trascasiana, comunicaba públicamente la implantación de 250 módulos de Rebéitez para la urbanización de las grandes llanuras norteñas, el mar de dudas sobre su funcionalidad y coherencia no podía presagiar, pese a su polémica y ruido inicial, el verdadero desenlace de su implantación. El propio Rebéitez nunca sospecharía las consecuencias de la aplicación de su módulo urbanístico "pueblo_uno".

El denominado módulo "pueblo_uno" era el elemento que concretaba sus ideas sobre un urbanismo real, alejado de presupuestos científicos y que posicionaba al hombre y sus relaciones como eje de su futuro desarrollo. Dicho módulo había sido definido por Sebastián Rebéitez como la mínima unidad de urbanización comunitaria y autogestionada; esa unidad se construía a imagen y semejanza de su pueblo natal, su ideal de urbanización para la comunidad: la misma distribución de calles, el mismo número de casas, la misma ubicación y mismo tamaño de los servicios para la comunidad, el mismo número de familias alojadas...

Con todo, los efectos no empezaron a notarse hasta entrado ya el siguiente siglo, en torno al 2110; los rumores pasaron a ser noticia y Gerardo Reyes, gobernador entonces, tuvo que hacer públicos los estudios realizados. Las conclusiones de los mismos marcaron a la región trascasiana durante años y obligaron, finalmente, a la deconstrucción del proyecto de Rebéitez.

Para comprender mejor el alcance de los sucedido, extraemos algunos ejemplos de los consignados en el informe. Los técnicos hablaban de como, pasada la primera generación de habitantes, en cada uno de los 250 módulos habían podido certificar que las tiendas de ultramarinos se hallaban regentadas, en un 90 por ciento por mujeres, mujeres que en un 70 por ciento se llamaban Herminia, como aquella que durante tantos años atendiera al Rebéitez niño. Las estadísticas confirmaban que el número de niños escolarizados en 2102 era exactamente de 42 en el 98 por ciento de los módulos. Que en todos, menos en tres, el alcalde era un hombre de mediana edad y aspecto algo desaliñado llamado Laurencio Doré; que su amante se encontraba, en cada una de aquellas unidades de urbanización, en la misma casa, la número 14 de la calle del Raso, y que en todos respondía al mismo nombre, Teresa... que en todos y cada uno de los módulos fue noticia la muerte del cartero Tonino picado por una abeja (en el módulo 188 mantuvieron que fue mordido por una serpiente, pero se sospecha que tal afirmación fue fruto de un cierto esnobismo).

Se tiene constancia de que, en cada uno de los distintos núcleos urbanizados, sus habitantes fueron felices viendo al equipo de fútbol local ganar al temible Castrodelierro; se comprobó además, que en todos y en cada uno de los módulos se celebraron funerales, bodas y bautizaron a sus hijos... algunos, lógica y estremecedoramente, lo fueron con el nombre de Sebastián Rebéitez...

Tradición oral y cultura digital

collage JM Lorite
La cultura impresa como un bello paréntesis

Me comentaba Marian, a raíz de la entrada sobre lo que el texto podría llegar a significar en la cultura digital, que la obra literaria se desvirtuaría en ese texto blando, plegado e interactivo: cómo desencuadernar y garabatear la totémica plenitud de una obra como, por ejemplo, El Quijote... la misma esencia de la obra literaria escrita se opondría así a la volatilidad interactiva de la futura obra digital, de autoría múltiple, actualizable, modificable y glosable.

Para ser conscientes de lo que cada uno de los soportes involucrados en el debate aporta o limita al confinamiento y transmisión de nuestra memoria, debemos tener en cuenta al que fue primero: nuestra propia memoria física, trasmitida y almacenada en la práctica de la tradición oral.

El libro desplazó al rollo y contribuyó a la paulatina marginación de la tradición oral. Frente a ella, el códice ofrecía una mayor densidad de información además de poseer la propiedad de mantener inalterable el contenido de lo escrito; esta última característica más la unión del concepto de obra a su propio soporte (un libro es el artefacto escrito para ser leído y es la propia obra en él contenida) es lo que Marian sospecha se rompería en el texto digital.

Pero la información contenida en el códice tuvo que pagar un precio por esas innegables mejoras: por un lado, perdía la capacidad de abstracción que practicaba la tradición oral; con los recursos que nuestra psique le aportaba, no era necesario recordar cada uno de los detalles de la narración para que esta pudiera ser de nuevo reproducida; bastaba con haber entendido el hilo argumental y el concepto del asunto para volver a describir, por ejemplo, la narración mitológica, o un chiste...

Nombres, lugares, incluso el idioma o las anécdotas podían cambiar con el paso del tiempo o con el discurrir geográfico si así lo requería el mensaje en pos de su mejor entendimiento. Y esto precisamente se perdía también con el libro, la maleabilidad de una información que adaptaba su mensaje a la situación del que escuchaba o dialogaba, de sus expectativas, formación y experiencias.

La última moneda que pagó la información, al ser fijada sobre el pergamino o el papel, fue la de su capacidad infinita de pliegue. El narrador, al transmitir oralmente su información, podía decidir insertar según qué explicaciones, omitir otras, hacer más extenso un suceso con todo tipo de detalles y nuevas noticias o reservarse aquellos datos que estima no son necesarios en ese momento. Es cierto, con la escritura nace un concepto de obra plena, redonda, fijada en el tiempo y las formas (por más que revisiones, traducciones o adaptaciones vayan poco a poco transformándola). Pero esto no significa que no pueda existir esa otra obra maleable, que deja parte de su valor en manos del "lector", convertido también en "autor" de la misma.

Estos peajes que la obra pagó para fijarse al papel: abstracción, maleabilidad y pliegue los vuelve a recuperar el texto en el escenario digital, añadiendo otros recursos y alguna problemática.

Como nuestra memoria, la información contenida en el medio digital no se encuentra confinada en un único almacén ni en un único lugar; el texto que podremos explorar nacerá de la unión sin solución de continuidad de fragmentos recogidos de distintas fuentes y proveedores a través de cualquiera de los nodos que tejen la red global. Y al igual que la narración en la tradición oral, la información podrá verse modificada según el contexto de lectura o consulta, según el filtro que la haya hecho aparecer... y será plegable: un mismo texto podrá irse desdoblando dejando ver u ocultando información complementaria, videos, gráficas, locuciones y música, definiciones, indexaciones, resúmenes y comentarios.

A estas características de la tradición oral, la cultura digital añade la de una densidad de información casi infinita y en constante crecimiento por el progreso tecnológico, progreso que obliga sin embargo a que esta información sea traspasada cada vez que las aplicaciones con las que fueron realizadas quedan obsoletas y que plantea uno de los mayores problemas en cuanto a su conservación (¿guardan ustedes algún archivo de word perfect, qbasic o page maker que puedan aún abrir sin problemas?).

El último regalo de la cultura digital frente a la escrita es su capacidad de comunicación multilateral: el autor, los coautores, los lectores, todos los implicados en fin en ese texto digital se comunican, enriquecen, comentan y añaden, complementan y mejoran la información... también hay más ruido pero no todo es perfecto.

Resumiendo, la tradición oral está en realidad muy cerca de las premisas tecnológicas que animan el futuro del texto y lectura digitales, cambios que podrían hacer ver a la cultura impresa como si hubiera sido un eficaz y bello paréntesis y no el dogma por el que el texto o incluso la obra literaria deben expresarse para ser definidos como tales.

32 890 768 y no 32.890.768

Hace unos días, para solventar unas dudas, tuve que consultar la norma que la Real Academía de la Lengua Española ofrece sobre la ortografía de los números escritos con cifras y... ¡sorpresa! las cosas habían cambiado: los números de cuatro cifras ya no deben llevar un punto tras la primera, como hemos venido haciendo (y hace aún hoy todo el mundo); y para los mayores de cuatro cifras, se aconseja agrupar estas de tres en tres, separando los grupos por espacios en blanco, y no por puntos, como hasta ahora, es decir,

32 890 768 y no 32.890.768

En un mundo donde los números crecen tanto por arriba como por abajo (en poco tiempo se popularizarán otras unidades de tiempo como el microsegundo y el picosegundo, unidades que demandará, por ejemplo, la rigurosa medición en unas pruebas de velocidad cada vez más ajustadas y cada vez en el límite de la mínima diferencia) y donde el dinero ha vuelto a ser una cifra con céntimos, no es desacertado rebajar la ambigüedad y dejar la coma –o el anglosajón punto– sólo para la expresión de números decimales.

Otra cosa es que los números pierden así algo de su unidad gráfica y, por tanto, rebajan sus índices de lecturabilidad. Acostumbrados como estamos por años de práctica lectora, la lectura de la expresión aconsejada por la Academia sobre los números podría producir dudas y errores. Ayudaría a estas y otras expresiones que forman unidad con espacios, el utilizar en los sistemas más conocidos de procesadores de texto, un espacio blanco menor que el acostumbrado (1/4 ó 1/2) como poseen los programas de edición profesionales.

Con todo, y a excepción de los números de teléfono, que ya aparecen expresados así desde hace un tiempo (por cierto, dudo si dichos números telefónicos no pertenecen a la categoría de otros como el código postal, la numeración de páginas, artículos legales, años... y, por lo tanto, siguiendo a la Academia, deberían escribirse sin separación ni puntos ni nada) el caso es que no veo que se atienda a la Real Academia en la edición de libros, publicaciones y páginas en red. Tampoco en las populares hojas de cálculo aparece como opción de formato de número.

La Academia parece ir, en esta ocasión, algo por delante de los usos de la lengua; ya veremos si nos pondremos a su altura o tendrá ella que esperarnos.

Puede consultarse aquí la nota sobre los números en el Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia de la Lengua Española.

Las sombras de tres amigos




Hace unos años, separé las sombras de los cuerpos de tres amigos y las guardé.

Gratamente, pero muy de tarde en tarde, Ángel, Lucía y Miguel aparecen y las sombras vuelven a unirse a ellos; aunque a decir verdad, han ido creciendo tanto que cada vez cuesta más trabajo hacer que esas breves sombras de hace tiempo se ajusten a sus dueños...

blokus y besos
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