Dime cuál es el color


Dime cuál es el color de la lengua de ese pueblo escondido tras el santo, el del extraordinario.

Sueño I

Hoy he soñado una representación teatral con dos actores en escena; un hombre y una mujer discuten acaloradamente sobre ciertos temas personales. En el discurrir de la obra, en una suerte de morphing en vivo, ella va adquiriendo el aspecto físico de él y él el de ella. También se intercambian sin solución de continuidad sus posturas respecto al tema discutido. Llegan justo al mismo punto del principio pero con los personajes y sus argumentos intercambiados.

Una vez despierto, imaginaba también una situación en la que ambos llegan a una solución intermedia, tanto en el tema del debate como en su identidad física, pero parecía un final manido.

Si las vasijas hablasen...


Escucho, y luego leo, información sobre la arqueoacústica. El asunto es el siguiente: la grabación mecánica del sonido es un hecho físico que, aunque hoy en desuso, se conoce desde 1888, año en que Thomas Edison consigue grabar sonido mediante el rayado que las ondas emitidas provocaban sobre una lámina de estaño. Hasta aquí, pasando por la evolución del resto de dispositivos grabadores y reproductores analógicos, todo es correcto; pero la arqueoacústica se plantea el reto de volver a la vida aquellos sonidos que pudieron ser grabados accidentalmente como, por ejemplo, los que pudieron haberse conservado mientras un alfarero del siglo III decoraba con una pajilla una pieza de cerámica que ultimaba en su torno.

Han podido rescatarse ruidos, más que sonidos, de alguna de estos soportes; parece que el asunto es cuestión de tiempo, el suficiente para que la tecnología logre producir aquel dispositivo lector que sepa entender lo que estas piezas pudieran esconder: el sonido de la historia.

Mientras tanto, nosotros simplemente proponemos que admiréis esta vasija, que la escuchéis, y escribáis o grabéis lo que dicen aquellas voces que guarda en su interior, si es que dicen algo.


Pollock reducido... pero divertido


Adolfo, además de iniciarme en el jazz, me recomienda de vez en cuando enlaces interesantes. Ayer me aconsejaba visitar una página que permitía disfrutar, sobre todo a los pequeños, de la pintura en pantalla al estilo Pollock; en su versión para iPhone es aún más manejable y la del iPad será muy divertida. La segunda, un guiño a los rostros de Picasso, complementa este tipo de aplicaciones en red que permiten dibujar a través de los gestos de grandes artistas.
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